Leonel y el concepto: Sabe usted conceptualizar?

En el momento de hablar las palabras ya están ahí; interactuamos con la realidad usándolas, empleando conceptos, símbolos, signos.

Pero en ningún caso el lenguaje es la exacta representación de las cosas. Ciertamente, “el lenguaje es una herramienta del poder”, y “el dominio de un concepto y el concepto es conocimiento,” como proclamó el Presidente Fernández en San Francisco de Macorís (Yo lo había explicado en mis dos artículos anteriores).

Sólo que el poder crea ámbitos de saber, rituales de verdad, campos de realidad. Michel Foucault lo estudió prolijamente en “La arqueología del saber” y “Vigilar y castigar”; en los cuales sobre el vacío que se abre entre la representación y las cosas representadas, se instauran los poderes desdobladores de las palabras.

Ninguna práctica social o política deja de estar mediada por el discurso, pero de lo que se trata es del efecto práctico del discurso en la vida social de los seres humanos. Si como decía Gorgias “La palabra no dice el ser”, hay que leer la capacidad de conceptualización de un político como retórica. Sólo que el discurso tiene, además, su valor de verdad. Sin este valor de verdad nadie debería vanagloriarse de su capacidad discursiva. Y quiero ilustrarlo con un hecho en el cual el Presidente Fernández fue su protagonista principal.

Con motivo del caso Sun Land el Presidente (no Leonel) convocó a los directores de medios de comunicación. Su conceptualización entonces pretendía fundar “un ritual de verdad” desde el poder. Probablemente ninguno de los que estaban ahí creían en su “verdad”, ante la abrumadora evidencia documental que probaba lo contrario.

Sólo que la sociedad está constituida por una red de poderes, y actuando como signo el presidente hablaba cual si fuera la suma de todos ellos. Juan Hernández, el de impuestos internos, era un concepto. Miguel Cocco era un concepto. El artículo 55 de la Constitución era un concepto. El DNI era un concepto. El presupuesto era un concepto. La guardia y la policía eran un concepto.

Lo que conceptualmente se desplegaba allí no era la idea platónica de que el poder se fundara en el conocimiento filosófico, sino eso que Foucault llama “retícula de poder”, desde la cual el Presidente hablaba sin ningún valor de verdad, y obligaba al silencio. Ese telón de fondo explica, también, el silencio de la Justicia en este caso.

Leonel sabe que todos admitimos su superioridad conceptual, pero si leemos su práctica sabemos que no es suficiente para mantener el poder. Si no, ¿por qué el uso demencial del presupuesto, la venalidad del transfuguismo, la degradación de los valores sociales, la corrupción, la inequidad en la competencia electoral, y el ventajismo estatal?

Es por eso que al concepto hay que colocarlo ahí, en el punto en que se realiza la torsión del poder, para mentir, para manipular, para dominar… Andrés L. Mateo . . . CD

Publicado por: Sócrates Mercedes.-

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