
Yo me río, me dan ganas de reír cuando los políticos y economistas hablan de la onerosa, de la pesada carga que representan los precios actuales del petróleo para la economía vernácula.
Y me pregunto y vuelvo a preguntarme qué tanto es más pesada la carga del petróleo que la carga de la corrupción, qué tanto más caro nos sale el petróleo que la leche aguada que se sirve en el llamado desayuno escolar, cuánto nos cuesta, en relación al petróleo, cada presidente y cada primera dama, cuánto nos cuesta cada secretario de estado, cuánto nos cuesta cada diputado y senador, cuánto nos cuesta cada pájaro de cuenta, cada presidente de la Liga Municipal Dominicana, cada jefe de la policía, cada secretario de las fuerzas armadas, cada banquero, cada contratista vinculado al poder.
¿Cuánto nos cuesta, por ejemplo, un funcionario de segunda categoría que tiene potestad para meterse en el bolsillo más de cien millones de pesos y guardarlos en su casa bajo el colchón para destinarlos seguramente al menudeo, a gastos corrientes?
¿Cuánto nos cuesta, en fin, en relación al petróleo, cada uno de los cuatro niveles de una mansión de estilo alejandrino enclavada en la sierra? Etcétera, etcétera y etcétera.
Los políticos -y sobre todo una conocida política- se ofenden, sin embargo, hasta la histeria cuando Nuria Fiera les saca los trapos sucios por televisión, y sobre todo cuando les demuestra que tienen la leche aguada, y cuando demuestra de paso que el precio del petróleo es irrisorio, completamente irrisorio en relación al precio que tenemos que pagar por la corrupción.
pcs, CD

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