Parece que ante la cruda realidad de países como República Dominicana, las Naciones Unidas no ha tenido más que reconocer que el sonoro crecimiento económico no ha contribuido a reducir el drama de la pobreza.
Al menos por aquí nunca se ha creído, por la espantosa miseria que abruma a amplios sectores, que el crecimiento de la economía ha servido para mejorar las condiciones de vida de las grandes mayorías.
Pero ahora es la ONU la que reconoce que en estos países, al menos tres de cada cuatro habitantes, viven con menos de dos dólares. Y de adentrarse más en la relación el drama puede ser todavía más crítico.
Que lo diga una entidad como la ONU tiene mucho peso, porque a lo mejor obliga a los gobiernos a revisar la distribución del ingreso dada la posibilidad de que la riqueza se concentre cada día en menos personas.
Dice la Conferencia de la ONU para el Comercio y el Desarrollo que en 30 años no se había alcanzado un crecimiento promedio de un 7% en países con las condiciones de República Dominicana como en el bienio 2005-06.
Lo chocantes, sin embargo, es que no sólo crecieron las ganancias, sino la pobreza. Una contradicción que desmonta la propanga sobre el bienestar asociado con el incremento de la economía. ¿O no? EN
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