Déficit fiscal e impuestos vs. desarrollo

El sector empresarial ha sido bastante elocuente en los últimos meses. Desde la disertación de José Miguel Bonetti en la Asociación de Industrias el año pasado, hasta la conferencia de José A. León Asensio este mes, lo que dice el sector empresarial es que el modelo económico y político no marcha bien.

Son críticas de fondo. Manuel Diez Cabral, presidente de la Asociación de Industrias, las recalcó hace unas semanas. Lisandro Macarrulla ha sido reiterativo en la presidencia del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) de que hay serias distorsiones a las que se enfrentan las empresas.

Los cambios globales, los acuerdos de libre comercio, la crisis financiera y otros fenómenos menos visibles -como la creciente preocupación por los aspectos ecológicos- han desafiado la capacidad de los grupos empresariales, generadores de riqueza, para lograr sobrevivir en un ambiente darwiniano, a un paso marcado por las naciones más desarrolladas, más agresivas comercialmente y más dispuestas a potenciar su producción.

El sector privado crea riqueza y además paga los salarios y los impuestos. Se adapta a las normas establecidas por el ente regulador, el Estado, que en nuestro caso es supernumerario, voraz y excesivamente excluyente.

En mayo del 2009, ante el presidente Fernández, Bonetti dijo que el país necesita un Estado fuerte, supervisor, que cobre los impuestos y los distribuya equitativamente; pero sobre todo, dijo, “necesitamos hoy más que nunca un compromiso país, un compromiso de todos los dominicanos para crear un modelo económico que propicie el desarrollo de los sectores productivos y que, sobre todo, coloque al sector privado como el motor fundamental de nuestra economía”.

El concepto lo reafirmó más recientemente José A. León. “Ese reclamo -dice- “que cada día se hace con mayor tono de urgencia requiere de la consecución de un gran proyecto de nación para el cual es necesario formular un nuevo modelo económico pues nos queda claro que el actual no funciona. No llena ni las necesidades, ni mucho menos las aspiraciones de nuestro pueblo”.

Ahora comenzamos a debatir si podemos tapar los huecos del déficit fiscal eliminando los estímulos a algunos sectores que han funcionado bien y que han permitido que el país crezca y sea un modelo, como por ejemplo, en el desarrollo del turismo.

Sin embargo, aumentar administrativamente impuestos inflacionarios, como el de los combustibles, es un contrasentido.

Fausto Rosario Adames


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