Los días son de cambios, pero bueno sería que no se limitara al cambio de personal. Un cambio de políticas es más o tan necesario como el de políticos. Las ideas dominantes en nuestra vida pública lucen envejecidas, incapaces de moverse con la flexibilidad que demandan dinámicos tiempos. El país es un niño hiperactivo dirigido por ancianos mentales. Las ideas de siempre no pueden gobernar este mundo cotidianamente nuevo. El cambio que necesitamos es del gobierno de los hombres por el de las instituciones. El día que este país consiga eso, no importará si el nombrado es zutano o mengano. Hfigueroa/DL
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