Balaguer dijo que la Constitución era un pedazo de papel y su herencia histórica más importante fue la desinstitucionalización del país.
En 1994, se hizo una nueva reforma constitucional después de la crisis electoral de ese año. Como consecuencia se permitió la doble nacionalidad, se prohibió la reelección, se crearon las bases para modificar todo el sistema de justicia con el Consejo Nacional de la Magistratura y se estableció la doble vuelta electoral. Esa reforma significó un avance institucional.
En 2002, se hizo una reforma constitucional a la medida. Después de haberse expresado públicamente un compromiso con la no reelección, de “comprometer la palabra”, se traicionó la palabra comprometida y se aprobó una reforma para permitir la reelección por un período adicional y “jamás” volver a postularse. Además de que utilizaron métodos espurios para lograr el cambio. La institucionalidad quedó resentida. Se retrocedió. Miguel Ceara-Hatton/CD
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En 2009, se inició un proceso de consulta para una nueva reforma constitucional. Algunos pensaron que era una oportunidad y otros argumentaron que toda la parafernalia montada era para eliminar el “jamás”. Cosa que se logró.
En la práctica, el dominicano de a pie ve que las leyes y las normas no se aplican ni se cumplen. Que las instituciones no resisten la embestida del poder político ni del “papeletazo”, que los ciudadanos no contamos con las instituciones que nos protejan, porque la política se hace a fuerza de comprar voluntades.
A pocos meses de aprobarse la Constitución, algunos de los que la aprobaron hoy se desdicen frente al “Destino” y a las ambiciones personales del continuismo en desmedro de nuestras instituciones. Ya se hizo un daño a las instituciones, por poner en duda el cumplimiento de lo dicho por la Constitución. Ojalá que no vuelva a convertirse en otro pedazo de papel.
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