El barrilito no tiene defensa. Lo ignominioso de su uso justifica la suspensión inmediata, aunque se incumplan compromisos contraídos. El acto solidario más puro queda manchado por ser ejecutado con esos fondos públicos. El ir de padre Billlini por el mundo sin que los bolsillos sangren, es ofensivo clientelismo. La misión fundamental del legislador es hacer buenas leyes. Lo de hacer buenas obras hay que dejárselo al gabinete social. La propuesta del presidente de la JCE, Castaño Guzmán, debe ser respaldada por todos los dominicanos de buena voluntad deseosos de que la institucionalidad funcione. Voy más lejos, hay que eliminarlo. HFigueroa/DL
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