A 45 años que se cumplen hoy de la gesta de abril de 1965, una simple evaluación de las causas que provocaron el levantamiento deja todavía mucho que desear. Cierto es que el sistema democrático se ha consolidado, pero las denuncias de violaciones constitucionales, corrupción, los atentados contra la libertad de expresión y otras prácticas ominosas constituyen aún un pesado lastre.
El objetivo esencial del levantamiento armado fue la restauración del orden institucional, interrumpido a través del golpe de Estado de 1963 contra el profesor Juan Bosch y el Partido Revolucinario Dominicano (PRD). La represión y los irritantes privilegios entre golpistas y allegados fomentados por el triunvirato sirvieron de acicate para una revuelta que hoy se reconoce como uno de los acontecimientos más relevantes en la historia del pueblo dominicano.
Bosch había promulgado una Constitución que consagraba la libertad de expresión, que respetaba la libertad política y el derecho de los trabajadores y que, entre otras prerrogativas, reconocía la igualdad para los hijos naturales y los legítimos. Durante su mandato sólo se canceló a un empleado público por una falta grave en el desempeño de sus funciones.
Sectores de la oligarquía y de la Iglesia católica encontraron que el Gobierno de Bosch, que también se proponía saldar la deuda externa que tras la muerte de Trujillo se elevó a 11 millones de dólares, era una amenaza para sus intereses y empezaron a conspirar bajo el alegato de que el mandatario era comunista. En los dos años que siguieron desde su caída hasta la revuelta de 1965 los compromisos crediticios internacionales se elevaron a 150 millones de dólares, lo que significa que para la época ya el país estaba hipotecado.
El fusilamiento en Las Manaclas de Manuel Aurelio Tavárez Justo, líder del Movimiento 14 de Junio, y de 14 compañeros que formaron un frente guerrillero para luchar por la reposición del profesor Bosch y contra los abusos del triunvirato también sirvió de antecedente a la guerra de abril. Tavárez Justo y sus acompañantes fueron ejecutados después de deponer las armas y entregarse bajo la garantía de que les respetarían la vida.
Abril del 65 fue un levantamiento contra la interrupción del orden  institucional, la violación de las libertades públicas, la corrupción y  el deterioro de las condiciones de vida del pueblo. Ofrendas florales y  encendidas apologías de figuras como el coronel Francisco Alberto  Caamaño no bastan para rememorar un acontecimiento de tanta  trascendencia histórica. Mejor sería velar para evitar que la sangrienta  confrontación vuelva a repetirse. EN
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