
MADRID. Tres años después de la reactivación del programa nuclear, Irán parece estar dispuesto a congelar su actividad atómica durante unas semanas como muestra de buena intención hacia la comunidad internacional. «Si EE.UU. entra en las negociaciones con un enfoque positivo y evita cometer los errores del pasado, definitivamente podremos tener unas conversacionesconstructivas», declaró ayer Saed Jalili, el negociador nuclear iraní, en vísperas de la reunión que mantendrá hoy en Ginebra (Suiza) con su interlocutor europeo, Javier Solana, en presencia del «número tres» del departamento de Estado de Estados Unidos, William Burns.
De producirse el acuerdo, no sería la primera vez que la diplomacia occidental consigue frenar las aspiraciones nucleares de la república islámica. El 15 de noviembre de 2004, cuando Hasán Rohani era el negociador iraní y el moderado Mohamed Jatamí el presidente, Teherán detuvo sus actividades atómicas de forma voluntaria, tras un acuerdo con los embajadores de Reino Unido, Francia y Alemania.
«Señal fuerte» para Rice
Aquel primer parón de las actividades de enriquecimiento de uranio duró siete meses, el tiempo necesario para la celebración de elecciones presidenciales y la llegada al poder de un desconocido llamado Mahmud Ahmadineyad. El líder fundamentalista ha convertido desde entonces el enriquecimiento de combustible nuclear en su gran apuesta para unir a todos los iraníes en torno a un nacionalismo tecnológico y hacerles remar en la misma dirección. Ayer, Condoleezza Rice, responsable de la diplomacia estadounidense, reconoció que la presencia de Burns en Ginebra es «una señal fuerte» de su apuesta diplomática. Pero, acto seguido, recalcó que EE.UU. mantiene la exigencia de suspensión del enriquecimiento como «condición para el inicio de negociaciones».
Por su parte, el presidente iraní ha insistido una y otra vez en que «la energía nuclear es nuestro derecho y nadie nos puede privar de ella». Sin embargo, nunca ha cerrado la vía diplomática: «dialogaremos desde un punto de vista lógico y, si aceptan nuestro derecho como punto de partida, cooperaremos», ha señalado en diferentes ocasiones.
Ahmadineyad reactivó la carrera nuclear «con fines pacíficos» -como siempre ha defendido- y tachó a Rohani y a su equipo de «cobardes» por ceder a las presiones de Occidente. La comunidad internacional, por su parte, elevó el caso al Consejo de Seguridad de la ONU en febrero de 2006, bajo una fuerte presión de EE.UU. El Consejo ya ha impuesto tres rondas de sanciones contra Teherán desde entonces.
«Oportunidad de hablar»
El pasado 14 de junio, Solana, entregó una propuesta a Irán con una serie de incentivos a cambio de la suspensión de su programa nuclear. En la reunión de hoy en Ginebra se verá si Irán acepta la hoja de ruta marcada por Solana para buscar una salida a esta encrucijada, o si mantiene la postura inamovible de los últimos tres años. Además de Solana, el jefe de la expedición iraní compartirá mesa con William Burns, el diplomático enviado por el departamento de Estado de EE.UU. que, aunque «no tendrá capacidad negociadora, sí tendrá la oportunidad de hablar», según la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino. La diplomacia gana de momento la partida a los tambores de guerra. Quedan seis semanas cruciales por delante en las que Irán debería detener el enriquecimiento de uranio y el Consejo de Seguridad de la ONU suspender las sanciones, según la oferta europea. abc
Publicado por: Sócrates Mercedes.-

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