¿Cómo es que ese hombre tan chiquito rinde tanto, que en todos los expedientes oficiosos aparece, sin que nadie se atreva a llamarlo?

Si Toño Leña no soltó desde que bajó del avión en San Isidro el nombre del funcionario que le debe 4 millones y pico de pesos, fue porque pensó más en el potencial chantaje que en la deuda.

Un "empresario", al que le han incautado bienes por decenas de millones, lo que menos le preocupa es el dinero, pero sí zafarse del encierro y del proceso que le viene.

En una segunda oportunidad tampoco reveló el dato, aunque sí insistió en poner distancia con Figueroa Agosto, a quien mal califica cada vez que se lo mencionan.

¿Por qué quiere asociarse con uno y no con el otro? Pues a uno lo ve como tabla de salvación y al otro como cadalso. Si quisiera hacer daño de verdad, voceara el nombre, y el interpelado se vería obligado a hablar cuando menos le conviene.

Él no ha identificado al personaje, y ni falta que hace, pues la opinión pública está llena de telépatas, y desde que un nombre salta en la mente de alguien, se concentran y lo agarran en el aire.

Muchos enterados se preguntan ¿Cómo es que ese hombre tan chiquito rinde tanto, que en todos los expedientes oficiosos aparece, sin que nadie se atreva a llamarlo? DL

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