La deuda externa, los subsidios, la nómina excesiva y la corrupción consumen más de la mitad de los recursos del Presupuesto. Lo que queda no es suficiente para enfrentar la crisis y mucho menos para sentar las bases de la prosperidad. La austeridad ofrecida y nunca dada, en temporada de vacas gordas, ahora se impondrá con malas maneras en época de vacas flacas. Las entradas pocas y los compromisos muchos; así que no tenemos más remedio que hacer economías. La solución: achicar la burocracia, reducir subsidios, eliminar la corrupción y, si se puede, renegociar deudas.
hfigueroa/DL

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