De nuevo, como cada año, vuelve al seno de la Asamblea General de Naciones Unidas la votación sobre el levantamiento del ilegal bloqueo de Estados Unidos contra Cuba que ya dura medio siglo.
De nuevo, como cada año, sólo tres países apoyarán el mantenimiento del bloqueo mientras 187 naciones se opondrán a esa guerra no declarada.
Lo único que podría cambiar es el títere que habitualmente acompaña a Estados Unidos y a Israel en esta aventura que raya en la más obscena ridiculez. Pero al prepotente imperio no le preocupa vivir en el ridículo.
Veintinueve años atrás, el 9 de noviembre de 1981, publiqué en el vespertino dominicano “La Noticia” un artículo titulado: “¿Por qué odian tanto a Cuba?” El escrito conserva todavía tanta vigencia, como en aquellos días:
“Por todas esas muestras de irracionalidad es que no dejo de preguntarme por qué un país tan grande y poderoso puede odiar tanto a uno chiquito y materialmente débil. El odio no puede ser fruto de algo material, tiene que ser por algo moral, por algo intangible, algo que no puede verse con los ojos. A mi entender ese odio es fruto de la impotencia.”
“Creo tener respuestas a ese odio irracional:” “Considero que Estados Unidos odia tanto a Cuba,
“Porque los dirigentes cubanos se atreven a decirle a los halcones que gobiernan desde Washington lo que realmente merecen les sea dicho”.
“Porque los cubanos responden de sus principios y sus actitudes por ellos mismos”.
“Porque los cubanos saben que la solidaridad mundial estará, en caso de presión, en función de su capacidad para defenderse y se han preparado para ello”.
“Porque saben que si Estados Unidos invade a Cuba, donde un gobierno y su pueblo representan los mismos intereses, van a caer en el campo de batalla centenares de miles de invasores. aún cuando caigan millones de cubanos”.
“Porque saben que los cubanos no les temen a sus amenazas”.
“Porque saben que los cubanos aman la paz, pero se han preparado eficazmente para la guerra”.
“Por eso es que los gobernantes estadounidenses odian tanto a los cubanos”.
El bloqueo económico, comercial y financiero, la subversión y la guerra psicológica y propagandística han sido instrumentos permanentes de una política sistemáticamente dirigida a doblegar a Cuba. Por su carácter, el bloqueo califica como un acto de genocidio y como un acto de guerra económica, toda vez que las sanciones unilaterales contra Cuba tienen un extendido efecto fuera del territorio estadounidense. Asimismo, el actual Gobierno demócrata de Barack Obama, violando elementales normas internacionales, continúa utilizando la subversión política como arma en su agresión contra el pueblo cubano.
Es evidente, entonces, que la Casa Blanca no alberga intención alguna de producir un cambio en su política hacia Cuba, ni de cumplir con las reiteradas resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Por el contrario, Estados Unidos continúa aferrado a condicionamientos y exigencias ingerencistas inaceptables para un país soberano como condición para un cambio de política.
De ahí que a nadie sorprenda la reactivación de las recomendaciones hechas cincuenta años atrás, el 6 de abril de 1960, por Lester D. Mallory, subsecretario de Estado Adjunto para los Asuntos Interamericanos, en un memorando a Roy R. Rubottom Jr. El funcionario decía entonces:
“La mayoría de los cubanos apoya a Castro. No hay oposición política eficaz. El único medio posible para aniquilar el apoyo interno [al régimen] es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria. Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica. Una medida que podría tener un impacto muy fuerte sería negar toda financiación y entrega a Cuba, lo que reduciría los ingresos monetarios y los salarios reales y provocaría el hambre, la desesperanza y el derrocamiento del Gobierno”.
Eso es lo que han hecho hasta ahora y eso seguirán haciendo porque su impotencia ante la soberanía y la dignidad de los cubanos es lo que ha multiplicado exponencialmente su odio. Pero fracasará Obama como fracasaron antes otros diez ocupantes de la Casa Blanca de Washington, quienes salieron de ese enfrentamiento con el rabo entre las piernas. HD
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