Un miembro que no escucha, uno que no se mete en auditorías (se equivocó de cargo) y otro que amenaza con derribar altares (¡claro, ahora que se cae el propio!) hacen lucir la Cámara de Cuentas como una camarilla.
El organismo que por mandato constitucional debe dar buena cuenta de las cuentas nacionales no lleva ni su propia cuenta. Le salen tan mal las cuentas, que para auditar trescientos millones gastaron cuatrocientos.
El saldo de ineficacia es tan negativo que han conseguido lo impensable, ponernos a todos de acuerdo en que deben renunciar. ¡Señores, ya está bueno, gracias por participar!
Fte: DL
Publicado por: Sócrates Mercedes.-
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