Varios analistas europeos, entre ellos el sociólogo francés Alain Touraine, han escrito acerca de una preocupante situación. Los jóvenes europeos, dicen, vivirán peor que sus padres (y ellos lo saben). La vieja Europa trata de acomodarse a una nueva situación mundial. Acoge emigrantes, no siempre de buen grado, aunque los necesite, pierde puestos de trabajo cuando sus fábricas se instalan en países emergentes, y su población envejece.
Los jóvenes europeos saben que no tendrán la seguridad laboral que disfrutaron sus padres, que tendrán que trabajar más años y más duramente para sostener un estado de bienestar que protege a la población envejecida, pero que no contaba con que los jóvenes, en un futuro no tan lejano... no serían suficientes.
La juventud europea actual es probablemente la mejor preparada de su historia, pero es la de los sueldos mileuristas y la inestabilidad laboral y personal. Europa se plantea ahora volver a alargar la jornada laboral.
Saber que se va a vivir peor que la generación anterior necesariamente debe imbuir de un pesimismo vital extraño y atemorizador.
Aquí, luchamos para que nuestros hijos vivan mejor, con mayor seguridad en todos los órdenes, mejor preparados, y todavía creemos que lo lograrán. En eso la sociedad está más que unida.
Lo que no está tan claro es que los esquemas institucionales y políticos, como lo demostró el informe del PNUD, nos los permitan.
IAizpun@diariolibre.com
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