Además, este acuerdo también amenaza con provocar una crisis política en USA. El presidente Bush desea que se apruebe a finales del mes próximo para poder así declarar una victoria militar y reivindicar su invasión de 2003. Pero al perpetuar la presencia de USA en Iraq, este acuerdo a largo plazo impedirá que el precandidato demócrata a la presidencia, Barack Obama, cumpla su promesa de retirar los soldados usamericanos de Iraq si resulta elegido presidente en noviembre. Se dice que la fecha del acuerdo también dará empuje al candidato republicano, John McCain, quien ha afirmado que USA está a punto de obtener una victoria en Iraq –una victoria que, según él, impediría Obama al retirar a los militares en forma prematura-.
Actualmente USA tiene 151.000 efectivos en Iraq; incluso después de la retirada que han proyectado realizar el mes próximo, quedarían más de 142.000 efectivos, es decir 10.000 más que cuando comenzaron a aumentar la cantidad de soldados en enero de 2007. Al parecer, según los términos del nuevo tratado USA retendrá el uso a largo plazo de más de 50 bases militares en Iraq. Los negociadores de USA también exigen inmunidad a la ley iraquí tanto para los militares como para los contratistas de ese país, y libertad total para realizar detenciones y actividades militares en Iraq sin consultar con el gobierno de Bagdad.
La naturaleza exacta de las exigencias de USA se ha mantenido en secreto hasta ahora, por lo que seguramente las filtraciones producirán reacciones negativas en Iraq. “Esto es una violación terrible de nuestra soberanía”, dijo un político iraquí, quien agregó que si se firma, este acuerdo de seguridad deslegitimará al gobierno de Bagdad que será considerado un peón de USA.
USA ha negado repetidamente que desee bases permanentes en Iraq, pero una fuente iraquí declaró: “Esto no es más que un subterfugio táctico”. Washington también desea controlar el espacio aéreo iraquí por debajo de los 29.000 pies (8,8 kilómetros) y asegurarse el derecho de proseguir su “guerra contra el terrorismo” en Iraq, lo que le daría autoridad para detener a cualquier persona y lanzar campañas militares sin consultar a nadie.
El presidente Bush está decidido a obligar al gobierno iraquí a firmar la llamada “alianza estratégica”, sin ninguna modificación, a finales del mes próximo. Pero ya los iraquíes y muchos árabes la condenan como parte de los esfuerzos continuados de USA por dominar la región. Ali Akbar Hashemi Rafsanjani, el poderoso y generalmente moderado líder iraní, dijo ayer que un acuerdo de esta naturaleza constituirá “una ocupación permanente”, y añadió “Lo que busca este acuerdo en el fondo es convertir a los iraquíes en esclavos de los usamericanos.” Se cree que el primer ministro iraquí, Nouri al-Maliki, se opone a los términos del nuevo pacto, pero considera que su gobierno de coalición no podrá permanecer en el poder sin el apoyo de USA. El acuerdo también podría exacerbar la guerra encubierta que libran Irán y USA por establecer cuál de los dos debe tener más influencia sobre Iraq.
Aunque los ministros iraquíes han dicho que rechazarán todos los acuerdos que limiten la soberanía nacional, observadores políticos en Bagdad sospechan que al final lo firmarán y que con esta postura desafiante sólo quieren demostrar sus credenciales como defensores de la independencia de Iraq. El único iraquí con autoridad para detener el acuerdo es el líder espiritual de la mayoría shi’i, el gran ayatolá Ali al-Sistani, que en 2003 obligó a USA a aceptar un referendo sobre la nueva constitución iraquí y la elección del parlamento. Pero, al parecer, considera que la pérdida del apoyo de USA debilitaría mucho a los shi’íes iraquíes que obtuvieron la mayoría en las elecciones parlamentarias de 2005.
USA se niega rotundamente a someter el nuevo acuerdo de seguridad a referendo, pues sospecha que los iraquíes no lo aprobarían. El influyente clérigo shi’i, Muqtada al-Sadr, ha pedido a sus seguidores que manifiesten todos los viernes en contra del acuerdo ya que pone en peligro la independencia de Iraq.
El gobierno iraquí desea retrasar la firma del acuerdo, pero el despacho del vicepresidente de USA, Dick Cheney, ha hecho lo posible por forzarlo a firmar. El embajador de USA en Bagdad, Ryan Crocker, ha pasado semanas intentado asegurar el acuerdo.
Es muy poco probable que la mayoría de los iraquíes acepte la firma de un acuerdo de seguridad y de un convenio paralelo que sirva de base legal para mantener efectivos militares de USA en Iraq. Pero los kurdos, que constituyen una quinta parte de la población, seguramente estarán de acuerdo en mantener la presencia usamericana, como lo estarán los líderes políticos sunníes que desean que las fuerzas de USA debiliten el poder de los shi’íes. La comunidad árabe sunní, que ha apoyado la guerra de guerrillas contra la ocupación de USA, seguramente se dividirá en este caso.
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