A nadie sorprendió la remoción del mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín, quien, en señal de que no ha caído en desgracia con su protector, fue nombrado asesor policial del Poder Ejecutivo.
El escándalo de la torre Atiemar (Arturo Del Tiempo es investigado en España), el borroso caso del secuestro del joven Eduardo Baldera Gómez (el investigador Fructuoso Heredia fue puesto en retiro) y otros hechos nada limpios, lo sacaron de la jefatura de la Policía Nacional, no la voluntad del presidente Leonel Fernández.
Su sustituto, el mayor general José Polanco Gómez, sale de un puesto al cual sólo llegan los potenciales jefes: la Dirección Central de Investigaciones Criminales. Fue comprometido allí con la versión oficial sobre el caso Figueroa Agosto (se prestó para afirmar que no hay militares ni policías involucrados), y deberá validar los retoques que le den los asesores de imagen del gobierno. Además, es hombre de confianza de Guzmán Fermín. ¡Elocuente carta de presentación!
En la Policía, Leonel Fernández aplica de nuevo su conocido estilo balaguerista. Remueve a ciertos colaboradores para acallar escándalos, y, mediante la manipulación y el tráfico de influencia, los protege con la impunidad. Pero igual actúa en las Fuerzas Armadas, en los ministerios y en el sector descentralizado.
En la anterior ola de remociones (en los días posteriores al 27 de febrero) había puesto en retiro al vicealmirante Julio César Ventura Bayonet, a quien sacó de la jefatura de la Marina a raíz de la matanza de Paya, hecho en el que fueron implicados oficiales que trabajaban directamente con él, y lo nombró subsecretario de las Fuerzas Armadas. El lunes, puso en retiro al contralmirante José Antonio Ventura Bayonet (presentado erróneamente en algunos medios con el currículum de su hermano).
Tumbarse el loso, es intento fallido. Es visible el compromiso de Leonel Fernández con la coerción de clase, generadora de la brutalidad policial y del carácter represivo de los cuerpos armados, y alimento de la corrupción.
La confirmación de muchos miembros del equipo económico, incluyendo a todos los del área monetaria y financiera, es inequívoca señal de que seguirá imponiendo a este pueblo la carga de la crisis.
En forma politiquera, define como democracia en proceso de afianzamiento, un sistema político en el cual una figura desacreditada como Amable Aristy Castro tiene la opción de decidir (dice que consulta con la virgencita y los obispos, por estar comprometidos con el sistema no recomiendan su excomunión) entre una rentable curul en el Senado y la permanencia en la Liga Municipal Dominicana, puesto en el que ha pemanecido por casi 12 años y en el que maneja, sin supervisión y sin que se le prohibiera comprar un helicóptero, cuantiosos recursos.
¿Tiene nuevo nombre la podredumbre? Lilliam Oviedo/EN
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