La prensa internacional reportó que en la Cumbre Iberoamericana de Mar del Plata, el presidente Leonel Fernández resaltó como problema vital la brecha en la educación universitaria latinoamericana con respecto a otras regiones del mundo, y puso de ejemplo que entre las 200 mejores universidades no hay latinoamericanas.
Sin duda, la educación superior latinoamericana requiere mejoría; pero el problema vital de la región no es a nivel superior, sino en la educación primaria y secundaria. ¿Por qué?
La educación es como una escalera. Para avanzar hay que subir peldaños. Tiene que subirlo cada estudiante, y en la medida que muchos los suben, se mejoran grupos sociales enteros.
Si la educación primaria es muy deficiente, muchos estudiantes desertan, o si la completan, lo harán con muchas lagunas que se convierten en obstáculos para continuar el proceso educativo.
Aún cuando el ambiente familiar o comunitario desincentive la educación, una buena escuela puede servir de antídoto a los problemas; aunque claro, lo ideal es que la familia, la comunidad y la escuela estén en sintonía para fomentar la educación de niños y jóvenes.
En sociedades de pobreza como la dominicana, muchos niños desertan de la escuela para dedicarse a labores productivas, y los padres con frecuencia son cómplices y los motivan a trabajar para generar algún ingreso. Por eso el promedio de escolaridad tiende a ser bajo. En República Dominicana, por ejemplo, no alcanza el sexto curso de primaria.
Sólo un buen sistema escolar podría contrarrestar esta tendencia preeminente en todos los países con alto desempleo y bajos salarios. Si las escuelas son deficientes, no hay ninguna institución cercana a los niños y jóvenes que rompa ese círculo vicioso reproductor de pobreza y desigualdad.
El abandono de la escuela primaria o secundaria tiene consecuencias nefastas para los desertores y la sociedad en su conjunto. Se aniquilan las posibilidades de movilidad social de amplios segmentos sociales, más personas recurren a la delincuencia como forma de empleo, y el Estado se hace más clientelista por la falta de dinamismo en la economía privada. Por eso hay tantas botellas y nominillas.
República Dominicana invierte poco en la educación primaria y secundaria. Datos recopilados por la UNESCO indican que el gasto público dominicano por estudiante en escuela primaria como % del PIB per cápita fue 9.3% en 2007 y 7.3% en 2009, y en secundaria 4.2% y 7.4%, respectivamente. Es positivo que aumentara para secundaria y desastroso que bajara para primaria.
Algunos países latinoamericanos invierten más en educación que República Dominicana, pero poquísimos invierten tanto como los países desarrollados, que destinan usualmente por estudiante en primaria y secundaria más de 20% del PIB per cápita.
Por otro lado, muchos países de América Latina invierten más por estudiante en educación superior que en primaria o secundaria, lo que produce una gran distorsión social porque los pocos estudiantes que llegan a la universidad se benefician más de los recursos públicos que la mayoría que quedó atrás.
Hay que entender que el dinero público invertido en educación primaria y secundaria tiene mayor valor social porque a nivel básico hay más cobertura escolar, y también, porque si no se completa la secundaria, no se alcanza la universitaria.
Ojo, no estoy sugiriendo menor inversión en la educación superior. Lo que planteo es la necesidad de invertir más y mejor en primaria y secundaria. Si no, el sistema educativo contribuye a gestar una sociedad de castas muy distante de la movilidad social e igualdad a la que aspiran los pueblos democráticos.
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