Es que los gobernantes necesitan, aunque les desagrade –y les desagrada-, que les digan la verdad de lo que acontece en su país. Sin cubrir el bizcocho con capas de suspiro y grageas de colores. Comúnmente dicen que el Presidente de la República es la persona mejor informada de la nación. Yo tengo mis dudas. No sólo tratándose del Primer Mandatario, sino de cualquier importante jefe comercial, industrial, social, militar o eclesiástico. Decir la verdad conlleva peligros de rechazo que suelen reflejarse en el riesgo de resultar ser mal visto o ser llevado a una resbalosa pendiente que conduzca al despido o a la pérdida de beneficios económicos.
Al Jefe, Dueño o Presidente, se le elogia, se le enaltece, se le encomia y alaba, por temor a una reacción negativa que ponga en peligro ingresos que se han tornado necesarios para el extraño vivir de hoy, cargado de exigencias innecesarias que, de repente, lucen necesarias.
Nuestro país tiene la fortuna de que, dentro de una imperfecta democracia, hay unos pocos periodistas que se atreven a presentar casos escandalosos que revelan el desprecio apático de las autoridades diversas hacia los pobres o, en casos más graves, contra los más débiles…o menos fuertes e inquietantes.
Aparecen algunos “nombres sonoros” llevados ante los tribunales por diversos casos de gran delito. Pero no aparecen las más altas cabezas delincuenciales.
No veo el nombre de altos jefes entre los acusados. ¿Eran y son tan ineficientes como para no enterarse de las diabluras que han cometido y cometen sus subordinados? ¿O es que son dignos de santificación?
Las causas judiciales se mantienen en el ámbito de personajes secundarios: quienes se beneficiaron “en segundo grado” del manejo de drogas. Me sorprende la profusión de exquisitos restaurantes, bares tan o más lujosos que los de París, Londres o Nueva York, junto a tiendas de semejante nivel que proliferan aquí como verdolaga.
¿De dónde salió tanto dinero en tan breve tiempo?
¿De la droga y los “negocios” sucios?
Creo que sí.
Aquí están sucediendo cosas horribles. Las torturas ya no están encerradas en las ergástulas del “9” o “La Cuarenta”, con un breve grupo de torturadores como sucedió especialmente en el horrendo ocaso y caída de la Era de Trujillo.
Hoy tenemos una tortura diferente. Más sofisticada y amplia: el abuso contra los más débiles, en todos sentidos. No hay Seguridad Social, no hay Control de Precios, los hospitales y las escuelas públicas carecen de lo elemental, no hay ambulancias, no hay bomberos adecuadamente retribuídos y equipados para hacerle frente a las emergencias en las altas torres que se construyen, no hay protección policial eficiente…la lista es larga.
Agradezcamos el Memorial que continuamente presentan por televisión –con pruebas fílmicas- Nuria Piera, Alicia Ortega y Marino Zapete, Memorial tan veraz, dolido e indignado como fue aquel famoso Memorial que el rey Felipe IV de España encontró al desdoblar su servilleta en 1639, donde se le informaban enormes males que estremecían la España del siglo XVII.
Esperemos que nuestro Presidente ponga atención a lo que le dicen.
Con buena intención y valentía.
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