La columna de Miguel Guerrero

El problema de la educación básica y secundaria en nuestro país no radica en el incumplimiento de una ley  para controlar las tarifas de los colegios privados. Simplificar de esta manera la profunda crisis del sistema educativo dominicano equivale a perpetuar las graves deficiencias del sector y condenarnos a una eterna degradación cuyo único resultado será el atraso y el subdesarrollo. El mal de la educación, lo que estimula el auge y encarecimiento de la enseñanza privada, sin duda de más calidad en muchos casos que la generalidad de la educación pública, es el total descalabro de esta. Buscar pretextos al fracaso del gobierno en esa área sólo conllevaría a establecer controles en fatal detrimento de lo poco salvable del sistema educativo del país. Es obvio que el tratamiento del tema, la amenaza del ministro de hacer cumplir una ley que él ha ignorado a lo largo de su penosa gestión, está íntimamente relacionada con los últimos acontecimientos alrededor del desayuno escolar, programa éste que revela en toda su dimensión los pobres criterios que dominan las políticas educativas de la actual administración, incapaz de garantizar un buen y eficiente suministro de un desayuno de por sí bajo en calorías y deprimente en presentación y contenido. Atacar la crisis del sistema de enseñanza nacional por el lado de las tarifas de los colegios constituye una estrategia para desviar la atención nacional del punto central del problema, que es el descuido y la poca atención del gobierno a la enseñanza pública. Si los planteles escolares estuvieran en buenas condiciones, con canchas deportivas, sanitarios decentes, materiales didácticos modernos, desayuno y almuerzo de calidad, como se dan en otros países, la mayoría de las escuelas de pago cerrarían. En definitiva, no se trata de un problema de tarifa, sino de la peor enseñanza pública del hemisferio. EC
Miguel Guerrero es escritor y periodista

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